Los recursos hídricos que se originan en
el Parque Nacional se forman principalmente por el deshielo de los glaciares y
la precipitación pluvial la cual es abundante en la región, y sobrepasa los mil
milímetros anuales.
Las corrientes superficiales pueden ser
permanentes o intermitentes, éstas últimas son innumerables durante la época
lluviosa y también se produce gran infiltración de agua que va a alimentar las
corrientes subterráneas.
Los ecosistemas de la Sierra Nevada
efectúan procesos que permiten la recarga de acuíferos y los mantos freáticos
que abastecen buena parte de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y del
Valle de Puebla y Tlaxcala.
La vertiente suroeste del Popocatépetl
presenta numerosas corrientes con profundidades de entre 40 y 80 metros, algunas
llegan entre 100 y 160 metros.
La cañada Nexpayantla, considerada como
la principal en esta zona, alcanza 500 metros de profundidad, las corrientes
principales confluyen en ella y en la barranca Chalpa para desembocar en el Río
Cuautla que las conducirá al Río Amacuzac.
Este parteaguas es de alta inestabilidad
con tendencia a un desplazamiento por capturas fluviales, se sitúa al sur del
parteaguas entre la cuenca de México y la del río Balsas, tiene su origen en el
cono volcánico cerca de los 4 mil 900 metros sobre el nivel del mar.
Las barrancas más activas hoy en día
son: Tenenepanco, La Espinera y Tepeteloncocone; la primera de ellas es la que
recibe la mayor cantidad del drenaje fluvioglacial, ya que una gran parte de la
masa del hielo se encuentra a unas decenas de metros por encima de su cabecera.
Las tres barrancas confluyen en una más
grande que recibe el nombre de Huiloac; su desembocadura, al localizarse en las
cercanías del poblado de Santiago Xalitzintla, hace de este territorio una zona
de riesgo inminente a procesos laháricos y torrenciales y pone en peligro a más
de dos mil personas (Marcos et al., 2006) (fig. 3).
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